Cuando el placer por prevalecer al precio que fuera contamine cualquier otra dimensión de la existencia, creyendo estar plenamente vivos, resultará que empezareis a estar muertos. Vais a apestar.
Incapaces de ver más allá de vosotros mismos, pondreis todo al servicio de un yo necesitado de pretextos que prevaricará día y noche homicida y pomposo. Todo serán instrumentos. Vuestras mujeres, vuestros maridos, vustros hijos, vuestros padres. Vuestros amigos y los amigos de éstos. Vuestros consumos.
Pronto no hubrá mejor retrato de uno que una buena factura del Mercadona. En la periferia (siempre más desgarradora) las enmarcarán y las pondrán sobre la mesita de noche. Alguien morirá en alguna parte y en el nicho le pondrán flores a su tarjeta de crédito. Destrozados, los familiares del muerto la mirarán y sollozarán: -"No somos nada."
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