jueves, 25 de agosto de 2011

Diez

-"Cruza los dedos Edna, toca madera, no abras el paraguas dentro de casa. En invierno detente un momento bajo el muérdago en la puerta, cuando pases por allí, arroja una moneda al pozo y cuando yo no esté, Edna, no permitas que el aire mueva mi mecedora.
Cuelga mañana una herradura junto a la ventana Edna, lleva a todas partes una pata de conejo, vigila si se te cae una pestaña. No pases por debajo de una escalera, cuídate de romper un espejo, evita a los gatos negros y no derrames, Edna, la sal sobre la mesa. Untate aceite en la sien, toma artemisa. Rézale a Santa Catalina.
Mira al cielo de vez en cuando, por si vieras caer una estrella. Pide un deseo y después sonríe, aunque no tengas motivo. Me gusta pensar que a los dioses les complacen nuestras esperanzas.
No me abandones en este umbral de los finales felices Edna, ahora no. No sobre las cenizas de una inocencia que caduca detrás de cada beso, detrás de cada mano.
No me abandones al caer la tarde. La cama está hecha, la mesa está servida.
Vuelve a hacer las delicias de las marionetas sucesivas que el tiempo ha repartido por mi piel y espera Edna.
Ven y sopla sobre mis manos antes de lanzar los dados. Va a salir mi número. Mira. Llevo la carta ganadora. Esta es la mía."

Copyright J.M.Bielsa-Gibaja. Todos los derechos reservados.

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